A la Gomera
Por Manuel Navarro Rolo
1974

I
A ti, querida Gomera
tan digna de estimación,
te llevo en mi corazón
cual reliquia imperecedera,
faro de la luz primera
de mi vida transitoria,
¡ojala pueda, con gloria,
al correr de mi camino,
alcanzar el pergamino
que lleva escrita tu historia.
II
¡Como hablar de las bellezas
que es parte de tu valor,
qué prodigio encantador
te dio la naturaleza ¡
Esa flora de grandeza
no tiene par en el mundo,
de follajes tan fecundos
sin carencias de detalles,
y tus pintorescos valles
son como surcos profundos.
III
Majestuosas colinas,
con sus prados florecientes
ponen color al ambiente
de tus márgenes divinas,
cálidas playas marinas
geométricos senderos,
y cuando, junto al venero
de insípidas aguas mansas,
apaga la sed, descansa
el fatigado viajero.
IV
Eres el alga gigante
que en la superficie flota
como la blanca gaviota
bañada por el Atlante,
abriste al navegante
las puertas del Occidente,
hospitalidad ferviente
hallaron en tu morada
y América fue bautizada
con el agua de tu fuente.
Manuel Navarro Rolo 1974
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